¡Hola, viajeros de Neimhaim!
Bienvenidos a la 2ª Lectura Conjunta de Neimhaim. En esta ocasión charlaremos sobre un fragmento más amplio de la historia, que comprende toda la primera parte del Primer Libro, es decir, hasta la página 170 de la novela. Si no has llegado hasta ese punto, te aconsejo que no sigas leyendo, ¡riesgo de SPOILERS!
Primero, vamos a situarnos: tras el incidente del Bosque Sagrado, que casi supone la ruptura prematura de la delicada Alianza que han establecido el clan Djendel y el clan Kranyal, Adroon y Gursti decretan 14 años de exilio para los Herederos, que tendrán que cumplir en las salvajes tierras de Karajard, donde nadie ha logrado sobrevivir.
En este punto de la historia la trama se aparta de los Hijos de la Nieve y la Tormenta, y el destino incierto de Ailsa y Saghan se queda en suspenso para ceder protagonismo al tercero en discordia: Sigfred Bäradlig.
Sigfred es, para muchos lectores, el personaje más atractivo de todo el libro, no solo por sus evidentes cualidades físicas —que son muchas— si no muy posiblemente porque es el más humano de todos, el que cae y se siente desgraciado, el que se levanta e intenta superarse y hacer lo correcto.
Los juegos escoceses, inspiración para las Jornadas de Tyr
En estos primeros capítulos asistimos junto a un Sigfred preadolescente a las Jornadas de Tyr, que se celebran en Kranyalarn cuando los serbales del valle florecen. Las Jornadas de Tyr están inspiradas en los juegos escoceses: pruebas de habilidad destinadas a demostrar quién es el más fuerte, el más diestro o habilidoso del clan, muchas de ellas basadas en la fuerza bruta. Las Jornadas de Tyr están más centradas en las artes del combate, determinan quién es digno de ser erigido como Señor de los Kranyal. No en vano, Tyr es el dios de la guerra en la mitología nórdica.
Sigfred (y el lector) se encuentra por primera vez con Reyk, la legendaria montura de los Kranyal, medio salvaje e inmortal. Las cosas no salen como Sigfred esperaba, pero sirven para que su tío Gursti se fije en sus cualidades y le haga tomar parte en la Escuela de Guerra, que forma, por primera vez, un ejército reglamentado.
La formación de la Escuela de Guerra está llena de simbolismo: supone, junto a la fundación de Vilaarn, la transición de una cultura tribal a una sociedad medieval primitiva, con un ejército jerarquizado y profesional.
Este ejército, el Ejército Blanco, nace con la vocación de proteger Neimhaim de otros invasores, y el peor de los temores no tarda en hacerse realidad: Sigfred y su compañero de escuela, Hoffdakulur Vhalen, se verán envuelto en una segunda invasión, esta vez a gran escala, de la que solo se narrará en primer plano la liberación de Sköll, capital de los fiordos y sede de la familia Vhalen.
El capítulo del asalto a Sköll fue uno de los pasajes que escribí a posteriori, una vez ya había terminado la historia. Sentía la necesidad de profundizar en esta difícil guerra, en la relación especial entre Sigfred y Hoffdakulur, y también me sirvió para que el lector tuviera un primer acercamiento a la familia Vhalen, que tanto protagonismo tendrá más tarde.
Me encanta ese capítulo, tiene mucha acción y emoción. Si la hubiera excluido no alteraría el curso de la trama, pero decidí, junto con la editora, Emi Lope, que debía quedarse y no formar parte de las Visiones de Rutnir, como le pasó a otras escenas.
Karajard, mucho más breve que en el original
La narración de la vida en Karajard de Ailsa y Saghan era, en un principio, mucho más larga. Se contaba con más detalle la infancia de ambos, cómo Ailsa se enfrentaba a los animales salvajes y hacía frente a los peligros de Karajard mientras que Saghan se integraba en la naturaleza. Decidí acortarla cuando me di cuenta de las enormes dimensiones del libro, y que la infancia podía ser resumida sin que afectara a la trama.
Reconozco que me encanta ver crecer a un personaje desde la niñez hasta su juventud, es parte del encanto de películas como El rey león y El lago azul, y en más de un detalle, esta última película dejó huella en mí y en esta parte de la historia, en la que Saghan y Ailsa, ya convertidos en dos jóvenes, se reencuentran y se redescubren el uno al otro.
El ataque del oso, junto al lago, supone un punto de inflexión, es uno de esos momentos que marcan la vida de una persona para siempre. Por primera vez, un kranyal y un djendel toman plena consciencia de sus diferencias, y al mismo tiempo, son capaces de comprenderse mutuamente, respetarse e incluso admirar al otro. Saghan y Ailsa aprenden juntos una lección que ya nunca olvidarán, y al mismo tiempo, rompen la distancia que habían mantenido hasta entonces y ceden a su atracción física.
Me encanta esa primera noche que pasan juntos Ailsa y Saghan, esa intimidad bajo la tormenta, entre sus inquietudes por la ausencia de sus padres. Una ausencia que tiene terribles consecuencias.
Más tarde llega una de mis secuencias favoritas: cuando se unen las emocionantes escenas del parto de Eyra bajo la tormenta de nieve, la lucha de Gursti por mantener en pie la la choza, la pérdida de Ukja para Ailsa y su consuelo por parte de Saghan, y sobre todo, la ira de Nordkinn desatada sobre Hertejänen, de la que una pequeña muchacha indefensa, Vije de la dinastía Tjördemheid, logra escapar.
Sobre este capítulo, algunos lectores me han hecho dos preguntas recurrentes: ¿Llegan Saghan y Ailsa a ‘consumar’? ¿Qué ocurre con los niños de Gursti y Eyra?
Sobre la primera pregunta, prefiero que el lector tome sus propias conclusiones. Respecto a lo segundo… mis labios están sellados!!! 😉
¿Qué opináis vosotros? (Deja tu comentario en ‘Leave a reply’)
Aranzazu
10 agosto, 2015 - 15:16 ·Podéis dejar aquí vuestros comentarios!!!
Helena
10 agosto, 2015 - 15:57 ·Me gusta mucho que hayas explicado el tema de la transición del estado tribal al medieval, que además es similar a como se produce en algunos países celtas como Irlanda, con la formación de ejércitos profesionales frente a un invasor común y como una de las bases de la formación de un reino; al igual que lo es en mi opinión la creación de una nueva ciudad común, centro del poder, como es Vilaarn.
Yo prefiero pensar que si hubo consumación 😉
Aranzazu
10 agosto, 2015 - 18:23 ·¡Hola Helena!!! ¡Encantada de saludarte!
Sí, la transición es justo como dices. Si bien, como es lógico, no sucede de pronto, sino que es un proceso largo y no ocurre simultáneamente en todo el reino. En este sentido, muchos kranyal se quedan aferrados a las costumbres y la cultura tribal, como puede verse en la novela, especialmente en la región de los fiordos. Ese apego a las viejas costumbres pervivirá en núcleos pequeños incluso en las siguientes entregas de Neimhaim, muchos años después de la Alianza.
Respecto a la consumación, creo que tu opinión es la mayoritaria. Yo como lectora lo vería como una «intentona frustrada», una especie de ‘marcha atrás’, ¿no crees? 😉
Helena
12 agosto, 2015 - 11:06 ·La verdad es que lo logico es pensar eso. Pero me daba penilla pensar que… (no quiero hacer espoiler ya te lo digo cuando nos veamos)
AylaEowyn
11 agosto, 2015 - 00:39 ·Hola : )
Pues a la primera pregunta yo pienso que no hubo » consumación» ; ) Porque cuando Adroon quiere que Saghan haga…… ( No quiero adelantar acontecimientos )Saghan le habría dicho a su padre que todo bien ; )
Y no hubiese pasado lo que pasó 🙁
Con respecto a los niños, por Dios que intriga,por donde voy leyendo no se sabe nada de ellos……
Y Sigfred me encanta y a Ailsa también ; )
Aranzazu
11 agosto, 2015 - 09:25 ·¡Hola Ayla!! ¡Qué bien tenerte por aquí otra vez! Yo creo que vas encaminada con tus suposiciones, el libro da una serie de pistas al respecto… Desde luego queda claro que no llegan hasta el final. De todas formas, respecto a la escena que comentas (y que trataremos en la próxima Lectura Conjunta) creo que Saghan también se niega porque no quiere hacer las cosas de manera forzada y obligada, más que por su experiencia (o falta de ella).
El destino de los niños es una de las cosas más comentadas por los lectores, en este sentido voy a ser un poco malvada (jejeje).
De Ailsa hay una escena que me divierte mucho en esta parte del exilio, que es cuando le viene la regla por primera vez. Ella cree que es una herida más de las que ha sufrido por el ataque de los lobos, y Gursti, como campechano que es, le suelta unos trapos y le dice que ese tipo de heridas solo las cura… (ya sabes qué) ;P Un poco bruto el hombre, pero así es Gursti!!