Hoy se ha armado un poco de jaleo en Twitter. Eso no es novedad, pero sí el tema que ha dado origen a un pequeño debate en el círculo tuitero en el que me muevo: el presunto machismo en la literatura de ciencia ficción (española).
La chispa que ha prendido la llama ha sido un artículo escrito por Juan Gómez-Jurado —una pluma a la que tengo en alta estima—, titulado La nueva ciencia ficción española. El artículo rompe una lanza a favor de una prometedora nueva generación de escritores de género, como Emilio Bueso, Jesús Cañadas y Félix J. Palma. Bravo bravo y bravo, por el loable empeño de reconocer el talento patrio (y empatizo al 100% con los nombres citados), algo que también he reivindicado en alguna ocasión. Sin embargo, la ausencia total de nombres femeninos ha levantado alguna que otra ampolla.
Precisamente el artículo ha tenido una réplica por parte de uno de esos nuevos y talentosos escritores que él mismo menciona, Juan Cuadra. En su post Cosas de Justicia, el autor de El libro de Ivo aporta una adenda a esa carencia, menciona escritoras notables al respecto, y por otro lado apunta —muy acertadamente creo yo— que los nombres citados por Gómez-Jurado poco tienen que ver con lo que se entiende como ciencia ficción.
Curiosamente hace un mes, en una entrevista de radio, me preguntaron algo parecido: «¿Crees que hay pocas mujeres en la literatura fantástica?» Y me quedé pensativa, como si de pronto notara la ausencia de algo que nunca ha estado ausente para mí, como si de pronto notaras que el gato no está en casa. «No», pensé de primeras. «Hay grandes escritoras de género: J.K. Rowling, Ursula K. Leguin, Cornelia Funke… y en España Laura Gallego ha venido más que nadie en este género». Pero luego afiné la búsqueda. ¿Y en la fantasía épica, que es el género que más me apasiona? Ahí ya no eran tantas: Margaret Weis, Marion Zimmer Bradley… y en ese momento no me vinieron más a la cabeza.
Creo que con la ciencia ficción pasa algo parecido. Y hay dos motivos, creo, para esta notable ausencia. Una, es cuestión de gustos. Me he pasado toda mi vida sintiéndome un bicho raro. Una friki. No tanto porque me apasionara Star Wars, Galáctica, los X-Men, las artes marciales y los juegos de rol, sino porque NO HABÍA CHICAS con las que yo pudiera compartir estas aficiones. O por lo menos, no demasiadas. Me acostumbré a ser una rara excepción en entornos en los que solo había chicos.
Hace pocos años creía que era la única frikimadre del universo, y me emociona ver que cada día somos más. La tendencia está cambiando, pero poco a poco, seguimos siendo rarunas.
En este sentido, es lógico que haya más autores de ciencia ficción que autoras. Obviamente, quien se apasiona por un género es quien lo cultiva. Y si no había muchas chicas apasionadas de este palo, es normal que no haya muchos títulos al respecto escrito por mujeres en España. Lo mismo puede decirse de la literatura heroica, por ello Neimhaim sigue siendo hoy en día otra rara avis.
Ahora viene el segundo motivo, y este sí es claramente machista. Es cierto que en mi juventud éramos pocas las que nos interesábamos por estas cosas, pero SÍ QUE HABÍA CHICAS que nos apasionaba la ciencia ficción y aunque no eramos muchas, algunas han demostrado con el tiempo ser portentosas plumas de género. Un ejemplo de ello es Melisa Tuya, quien no se despeina en mostrar ‘vísceras’ en su novela de pura ciencia ficción (ahora sí, Gómez-Jurado) llamada Galatea, en el que aborda de una forma muy impactante la inteligencia artificial, al más puro estilo Blade Runner. Este libro ha sido publicado por Lapsus Calami en 2014 y si hubiera contado con el apoyo de una gran editorial, muchos hablarían de él. Y esto sí es culpa de los editores. Porque muy probablemente haya todavía un enorme prejuicio hacia lo que una mujer puede contar en el terreno de la ciencia ficción, el mismo prejuicio que ha existido durante muchos años contra los títulos españoles de género, y que obligaron a los autores españoles a esconderse bajo un seudónimo inglés.
Por otra parte, me resulta curioso que hasta ahora no se mencionaran nombres como Elia Barceló y Rosa Montero, que han demostrado su maestría en la ciencia ficción, y que, creo yo, no son tan mayores como para considerarlas en otra órbita. Amén de otras autoras como Susana Vallejo y la propia Laura Gallego, que han demostrado su holgura en el terreno de la Ciencia Ficción gracias a la antología distópica Mañana todavía.
Bueno, esta era mi pequeña aportación al tema, me resultaba demasiado largo para explicarlo en Twitter. No sé si ha servido para algo. No es una verdad absoluta, solo mi experiencia al respecto. Ahora acepto las contraréplicas.
PD: Juan Cuadra, ¡en Neimhaim también hay vísceras! Recuerda que es una cultura vikinga ;P